Ángel Rodríguez estuvo de pie en el porche de su departamento mirando a la bahía de San Juan. A la distancia, un helicóptero militar se elevaba desde una pista cercana al centro de convenciones de la ciudad, donde se estaba organizando el esfuerzo de socorro por el huracán.
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Era mediados de octubre, más de cuatrosemanasdespués de María, y San Juan aún se estabarecuperando. PeroRodríguezdijo que en comparación con el lado este de la isla en dondecreció, en donde el huracántocotierra primero, la ciudadparece "Disneylandia".
"Comparo con esta zona turística en la que se encuentra de todo. Puedes salir, puedes comer comida caliente, puedes tener agua, puedes encontrar bebidas", dijo Rodríguez. "Allá afuera es diferente. Allá, me he cruzado con personas que no tienen oxígeno en sus tanques. No tienen agua. No tienen techo".
"Desde entonces", dice Rodríguez, "no mucho ha cambiado en tierra". Pero el huracán ha cambiado radicalmente su vida personal. Después de la tormenta fue despedido de su trabajo en mercadeo. Su hijo se mudó con su exesposa para vivir con familiares en Orlando, y sus padres se fueron a vivir temporalmente con su hermano en Connecticut. Es mucho con que lidiar.
Pero Rodríguez dijo que después de ver la destrucción de la tormenta en su ciudad natal de Humacao, él quería ayudar. Así que, muchos días va a un hotel para buscar WiFi y aplica a trabajos, luego se dirige al este.
"Conduzco hasta Humancao, Yabucoa, Naguabo, todas estas pequeñas ciudades que están cerca de la zona este por donde pasó el ojo", dijo Rodríquez.
Rodríguez dijo que ahora está entrenándose para un trabajo en Administración de pequeños negocios, en el que trabajará con propietarios e inquilinos de viviendas afectadas por la tormenta. Pero cuando lo visitamos, hacía viajes diarios a Humacao para entregar suministros y averiguar por personas que estaban desconectadas de familiares en tierra firme.
Rodríguez nos llevó a la comunidad de resort en la que creció, Las Palmas del Mar. A pesar del daño de la tormenta, la vida dentro del resort parecía estar volviendo a la normalidad; vimos a una familia desplazándose en un carrito de golf, un restaurante bullicioso frente al mar e incluso a una mujer lavando su carro en la entrada.
Pero fuera de las paredes de la comunidad cerrada, las cosas eran diferentes.
"Desde María no hemos tenido agua. No hay agua y [los camiones cisterna] vinieron dos veces. Nada más", dijo María Castro, una lideresa comunitaria de Huamacao.
Estaba de pie en una esquina de la calle con un grupo de vecinos en el calor de la tarde. Un hombre le hacía sombra a un anciano con una sombrilla.
Castro habló con apremio. Dicen que usan agua de lluvia para lavar, pero que no es suficiente. Y está ocasionando todo tipo de problemas, dificultando, por ejemplo, que las personas bañen a sus padres que se encuentran en cama.
También hay un río cercano, pero no es seguro beber de allí. Rodríguez dijo que intentará poner en contacto a Castro con una organización sin fines de lucro, en tierra firme, que quería donar filtros de agua.
"Regresaré con esos filtros. Estoy a la espera de una compañía que done 100 baldes de cinco galones y filtraremos el arroyo", dijo Rodríguez a Castro. Una semana después, regresó con una organización sin fines de lucro para entregar los filtros.
En otra parte de Humacao, ha habido necesidad de alimentos. Rodríguez nos llevó a uno de los picos más altos de la ciudad en donde una organización local ha estado sirviendo comida gratis a residentes que se enfrentan a largas filas y a un suministro limitado en las tiendas de comestibles.
Rosalina Abréu ha estado liderando el esfuerzo. Ella dijo que está ubicada en un lugar que era un bosque natural imperturbado y no desarrollado. Aquí era donde se celebraba un festival anual bajo un exhuberante dosel forestal, antes de que los poderosos vientos del huracán desgarraran la ladera de la montaña.
Pero estos árboles secos son la nueva realidad y Abréu dijo que solo tiene que acostumbrarse a ello.
"Lo bueno es que ahora puedes ver a tu vecino a quien antes no veías", dijo Abréu. "Y así la comunidad se reúne".
Jeff Cohen de WNPR colaboró con este informe.
Esta historia es parte de “The Island Next Door,” el proyecto de información de WNPR sobre Puerto Rico y Connecticut, después del Huracán María.